Desde su inauguración se erigió como un símbolo de solidez institucional y un punto de referencia urbana, con la impronta característica del estilo neoclásico de principios del siglo XX, cargado de monumentalidad y detalles ornamentales.
Durante más de un siglo, la sede acompañó el crecimiento del banco y de la propia ciudad, pero el paso del tiempo había dejado huellas: la fachada perdía definición, los materiales mostraban desgaste y los espacios ya no respondían a las necesidades actuales, dado que durante muchos años fue utilizada por instituciones administrativas. Frente a este escenario, la decisión de encarar un proyecto de puesta en valor no fue solamente una acción de mantenimiento, sino un gesto de compromiso con la memoria colectiva y con la vida urbana de Santiago Capital.
La obra fue propulsada por el Banco Santiago del Estero, cuyo presidente, el Licenciado Gustavo Ick; su vicepresidente, Jorge Fabián González, y un calificado equipo gerencial, impulsan obras de Alta Calidad, en la constante búsqueda de la excelencia en todas sus empresas y servicios, como un aporte a la comunidad santiagueña. Fue diseñada, proyectada y supervisada por el estudio D+B Arquitectos Asociados a cargo de los Arquitectos Antonella Dománico y Luciano Bertorello. Y ejecutada por la empresa constructora Bailón y Asociados SRL, equipos locales cuya labor conjunta refuerza el valor de confiar en la producción profesional de la provincia.
Dicha obra fue concebida como un equilibrio entre respeto y transformación. Se respetó la volumetría original de la fachada, las molduras y cornisas que le daban carácter, la composición armónica de vanos y proporciones clásicas. Y se transformó para modernizar con sobriedad: limpiar visualmente el conjunto, incorporar ventanales que otorgan transparencia y luz, y sumar un diseño lumínico que realza la belleza del edificio y lo devuelve al protagonismo urbano que merece.